1875
El
Cairo, Egipto
En sus ojos grises, si
te fijabas detenidamente, se podía observar un halo de tristeza, una suave
sombra apenas perceptible. Y si te sumergías en su mirada buceando en la
inmensidad de su pupila negra, encontrabas un hueco, un hueco profundo lleno de mariposas
muertas enredadas en telarañas.
Si no fuera por la
tristeza que unía su cuerpo a la vida, este hombre hubiera dejado de vivir mucho
tiempo antes El jedive de Egipto se las había apañado para cargar a su gobierno
con obligaciones externas por un valor superior a los cien millones de libras
esterlinas. Era el único estado fuera de Europa que podía hacer alarde de
semejante proeza.
-Señor, como sabes el
precio de nuestros bonos ha caído de forma precipitada. ¿Cómo demonios vamos a
pagar a nuestros acreedores?-preguntó una vez más mientras se sentaba frente al
jedive.
-Sube los impuestos
locales-ordenó este
-No podemos hacer eso,
señor. Eso sería extorsionar demasiado al sufrido campesinado. Apenas pueden
pagar los impuestos actuales-respondió el consejero.
-No tenemos otra
alternativa. Egipto está en bancarrota. Aunque subamos los impuestos,
necesitamos de forma inmediata otro préstamo para pagar nuestras deudas más
antiguas. Estoy pensando incluso vender
las acciones del Canal de Suez por cinco millones de libras esterlinas.
-Pero señor, ¡esa es apenas
una fracción del precio original!-exclamó alterado.
-¡Lo sé! Pero no tengo
otra alternativa. Europa nos ha envuelto en una red financiera tan inextricable
que no tenemos más que dos alternativas, solicitamos nuevos préstamos para
saldar nuestras deudas o suspendemos los pagos.
-¿Más préstamos? ¿Y
cómo se supone que vamos a pagar los nuevos préstamos? ¿Con otros préstamos?-pregunto
con sorna.
El jedive de Egipto le
miro con una tristeza sangrienta, sabía
que invertiría más dinero en devolver los intereses de esas deudas que en el
propio desarrollo del país.
-Tenemos que sacar adelante a Egipto. Y haré lo que haga falta para salvarlo. Mas impuestos, más préstamos, incluso vender las acciones del Canal de Suez.-
-Jedive, la fuga de
tanto capital privará a Egipto de una fuente de ahorro interno fundamental para
el crecimiento del país-explicó aterrado, al ver la cara de
determinación del jedive.
-Alí, ahora es más importante
pagar las deudas que el desarrollo de Egipto- respondió con dureza el jedive.
-Pero el país se
empobrecerá de tal forma que será casi imposible que este a la altura de Francia o Inglaterra… Si solicitamos más préstamos nos impondrán políticas económicas más
restrictivas.-dijo con desesperación.
En la cara del jedive se dibujó una sonrisa maquiavélica.
-Haz lo que te ordenó Alí. Y deja actuar al tiempo.-dijo zanjando la discusión.